Como era de esperar, el señor Fixex no quedó satisfecho con lo ocurrido. No obstante…. Pág. 4

Como era de esperar, el señor Fixex no quedó satisfecho con lo ocurrido. No obstante, la entrega de los permisos le obligaba a seguir y, aún frustrado, siguió mencionando a:

—Madex, al cobre…, en el bazar de abalorios y calderos, tendrá como vecino a Toreg. Espero de ambos un trato correcto.

En caldos y asados, Teráx Thelíer —afirmó, acercándose a él para murmurarle un segundo objetivo al oído—. ¿Lo tiene claro?

—¡Sí, señor Fixex! «Vigilar e informar», respondió el fornido duende. 

Poco después, el maestre recuperaba su tono habitual:        

—Zirax, a la cetrería.

Para el bazar de las Bodegas de Hósiuz, se incorporará una segunda empresa, Todex, se hará cargo del almacén.

¡Y, por último, Mirox! Hoy la suerte está de tu lado, te espera un destino dulce pequeño duende, irás a la pastelería; con Nelix como vecino.

Mirox y Nelix, gritaron de emoción, provocando una de las miradas de reproche propias del duende maestre, que ya tenía preparados los permisos de la siguiente foresta y comenzaba a leerlos:

—¡Elfos Mariposa de la casa de Tanzanita! ¿Solo tres? —murmuró al recordar lo indignado que se sintió al enterarse, y frunció el ceño al ver que la selección no podía ser peor… Pues esperando turno se encontraban Horhy, Cuorhy y su abuelo Deorhy, encargado este último de la contabilidad, por la limitación impuesta por su enfermedad de huesos.

El señor Fixex dirigió su mirada hacia aquellos diminutos seres alados, que con apenas quince pulgadas de altura, perillas de doble punta y cuerpos musculosos, se ocuparían del bazar de antigüedades y fósiles. ¡La mayor parte de los objetos y enseres que se vendiesen los superaría por mucho en tamaño! Porque ni en el mejor de los casos, un elfo mariposa llegaba a las dieciocho pulgadas de altura. Bien era cierto que poseían el don del cambio.

… Al igual que las ninfas, que en promedio no superaban las seis pulgadas, sin embargo, eran entrenadas a diario, provocando la variación de altura mediante una ampolla de “dulce Ananassa”. El único ingrediente conocido de la peligrosa pócima. Solo igualada por el ¡arco de Turmá!, prohibido por su alta mortalidad tras la firma del tratado.

A las ninfas se las consideraban guerreras cuando terminaban su formación, que concluía con una ceremonia ancestral en la que mostraban sus barbillas pintadas de blanco, lo que indicaba al reino que estaban preparadas para dominar sus poderosas alas. ¡De apariencia liviana, pero fuertes y extraordinarias armas de filo tras el cambio! ¡Por ello, dependiendo de la zona, se las conocía, como espadas, o Swords!

… En ambos casos, y tras el despertar del don, podían aumentar su tamaño hasta en sesenta pulgadas. Sin embargo, ese poderoso recurso solo estaba disponible en tres contextos muy específicos:

 Ser nombrado para unirse a la Piedra.

 Ser llamado por la profetizada, “lo que desde la muerte de Dikaz no parecía posible”.

 O, ante una amenaza… ¡Y estaba claro que llevar un bazar no lo era!

 Los elfos mariposa atesoraban otros dones. Eran luchadores incansables y caminantes de agua. De estos disfrutaban con independencia de su tamaño. 

No obstante, ninguno de ellos les sería de utilidad para llevar el bazar. Y como era de esperar, el maestre se mostró en desacuerdo…

—¡Pedí que fueran al menos seis! ¡Bah…! ¡Estos del consejo deberían prestar más atención! —afirmó, pensando en añadirlo a la misiva para dejar constancia de ello. Pero aún le quedaba mucho por hacer y, por ello, decidió que su enfado no adoptara un tono drástico… Así que les otorgó los permisos y decidió proseguir:

—Zahoríes de la casa Ónix. ¡Uno! Bueno, en este caso uno es más que suficiente, ¡y el nombre del elegido es…! ¡Ah, sí! Lidot, Lidot irá a Velapoción. En el bazar de la magia. 

No obstante, no fue hasta que lo pronunció cuando el señor Fixex recordó parte de la conversación que mantuvo el penúltimo día de Piscis con el zahorí mayor de la Casa Ónix. El señor Dovári le contó orgulloso sobre esta misma joven, a quien había tomado recientemente como pupila:

«Algo inusual, os lo aseguro… Como es sabido, solo las elfas y los elfos reales tienen la capacidad de usarlo con facilidad. No obstante, la joven Azdeli Lidot tiene dominio sobre los elementos. Es de lo mejor que he visto en años. Sin embargo, ese poder sin supervisión representándonos, me preocupa. Pero la joven es buena; no como Blazeri me entiende… Lidot es buena no solo en términos de talento, sino también en carácter. Su entrega es admirable y se corresponde con su buen proceder. ¡Por ello, accedo! Naturalmente, no podría privarle de esa oportunidad. Sin embargo, la observaré con cautela».

Pág. 4

Continuará.

Katy Núñez.