Mes: julio 2025 (Página 1 de 2)

Ejercicio de versatilidad narrativa — I

🔹 Frase base:

Marina llegó a casa, encendió la luz, encontró un sobre sobre la mesa y lo leyó.

🟢 1. Versión sencilla (neutral / funcional):

Marina llegó a casa apurada, tiró la chaqueta sobre el perchero y encendió la luz. Todo estaba en silencio. Corrió hacia la mesa y encontró el sobre. Lo abrió apresuradamente y lo leyó con ansiedad.

✏️ Función: esta versión apuesta por la claridad, la acción directa y el enfoque narrativo sin adornos. Ideal para un ritmo rápido o informativo.

🔵 2. Versión pausada (contemplativa / descriptiva):

Marina llegó a casa, se quitó los zapatos y se tomó su tiempo para disfrutar del alivio que le proporcionaba el frío suelo de mármol italiano. Se quitó la chaqueta y la dejó caer sobre el banco beige, envejecido, de la entrada. Se sentó y se masajeó los pies con gesto de placer. Luego estiró la mano y encendió la luz. Todo estaba en silencio —no como en el apartamento de la ciudad, aquello era una verdadera locura que la llevó a trasladarse a un pueblo blanco de las costas andaluzas—.

Se levantó y se acercó a la mesa de azulejos sevillanos y forja herrada en la serranía de Ronda. Sobre una escudilla de barro sin cocer, encontró un sobre. Lo miró por ambas caras, luego lo abrió con cuidado y se dirigió a la cocina. Allí se sirvió té helado y salió al jardín. Bebía con la mirada levantada, disfrutando de la paleta de colores brillantes que le ofrecía el día.

Miró su silla de enea a la sombra de una vid y caminó hacia ella, totalmente relajada, mientras extraía la carta y desenredaba las gafas de la cadena dorada para ponérselas. Finalmente, la leyó.

✏️ Función: esta versión permite habitar el momento, desarrollar el espacio, el carácter y el ritmo interno del personaje. Ideal para textos literarios, evocativos o líricos.

🔴 3. Versión fragmentada (emocional / nerviosa):

Marina llegó a casa preocupada, se mordía las uñas cuando colgó la chaqueta y tuvo que pulsar dos veces el interruptor para lograr encender la luz. Todo permanecía en un silencio angustioso, casi gélido.

Se acercó a la mesa temblando y, sí, el sobre seguía allí, esperándola —para bien o para mal—. Lo miró y estiró los dedos hasta cogerlo. Lo abrió con torpeza; sus manos estaban húmedas de sudor. Como pudo, lo leyó.

✏️ Función: esta versión traslada al lector al terreno de la ansiedad y la tensión. Las frases se interrumpen, el cuerpo está presente, la emoción guía el ritmo. Es ideal para momentos de conflicto, dudas o anticipación dramática.

Una historia que no necesita desbloqueo

A veces, la escritura no empieza con una palabra, sino con una mesa blanca, un café cargado y la pantalla aún apagada.

Hay un momento silencioso, justo antes de que empiece todo, en el que el mundo parece esperar contigo. El teclado está listo, el lápiz también. Y tú… tú respiras hondo, porque sabes que, una vez pulses la primera tecla, ya no hay vuelta atrás.

No sé si hoy escribiré algo inolvidable. Pero estoy aquí. Y eso, a veces, es todo lo que hace falta para que empiece la historia.

Miro a mi izquierda y veo mi teléfono. Habla de mí mucho antes de encenderse.

La hoja de puntas anaranjadas viene de Kōko-en, los jardines reales del Palacio de la Garza Blanca.

La que asoma bajo el billete de Hiroshima cayó como un presente, con la ayuda y discreción del viento, de un árbol centenario que reta la mortalidad humana cerca del templo Hida-Kokubunji, en Takayama.

Y la pequeña flor de manzanilla, casi escondida, creció en los jardines que rodean el Palacio Real británico.

Sin emitir un solo sonido, esta carátula cuenta mi pasión por viajar, mis pasiones, mis silencios preferidos y la influencia que ejercen en mí como escritora.

Dice que me pierdo en Japón y que, de algún modo, siempre regreso a Londres.

A veces, una historia comienza mucho antes de abrir una página.

No es decoración.

Son mis sueños cumplidos, en esta memoria prensada.

 

By Katy Núñez

Nota para los que entran a la web desde X:

He retirado la funda para adelantar la hoja del árbol centenario. Así podréis admirarla mejor.

🎭 Pasodoble de la Escritora (Comparsa)


Letra para ser cantada con música suave, melódica, de comparsa clásica.

Echo de menos el olor a mar,

el de Cádiz, el que no se va.

El que vive en la ropa y en los libros

aunque vivas mil leguas de allá.

Echo de menos la voz de mi gente,

la arena dorada, la playa presente,

la que cura en verano y se queda

entre versos, canciones y sal.

Echo de menos palabras tan nuestras

que no existen fuera de mi portal:

Carajote, quillo, bastinazo,

cada una me sabe a hogar.

Y el olor a sal de mi Caleta

que me abraza aun sin estar.

Porque como se respira en Cádiz,

¡no se respira en ningún lugar!

By — Dicati, pero en carnaval.

Larios — Scena I


Bienvenidos a Larios. Scena 1.
Díaz aún no lo sabe… pero ella manda.

La cinta de Crime Scene sugería que se trataba de la escena de un crimen. Los cuchillos ensangrentados y las gotas de sangre sugerían violencia, posiblemente un asesinato. Lupa, pinzas y herramientas forenses evocaban una investigación detallada, tal vez por un detective. El libro en el centro representaba un misterio; sin duda formaba parte de las pruebas.

El teniente Díaz se detuvo. Parecía que todo estaba colocado intencionadamente, como si se tratara de una escena conceptual o una cuidadosa reconstrucción para presentar algo.

Sacó su libreta y tomó unas notas. Luego salió de la escena quitándose los protectores de sus carísimas deportivas. También se retiró los guantes de manera escrupulosa y eficaz, de un solo gesto: hundió el pulgar desde el interior, tiró de ellos y los dejó caer en una papelera cercana, junto a uno de los cubículos de los asistentes del director del banco.

Caminó pensativo, rascándose la barba de tres días. No era la primera vez que veía algo similar. Hubo un caso en Madrid muy parecido, aunque en esa ocasión fue en una lavandería, cerca del extrarradio de la calle Real. Desde aquello había transcurrido un par de años. Ahora él residía en Málaga, por Teatinos, y la escena que acababa de presenciar se encontraba en la calle Larios. Pero, como entonces, no había cuerpo. Solo los indicios de algo macabro.

Al llegar a la calle, revisó su móvil. Bajó la barra de notificaciones y, tras darle un ligero vistazo, pulsó la “X” y los eliminó. Introdujo la mano en los bolsillos buscando suelto. Era tarde, pero le apetecía un café.

De repente se sintió observado. Entonces se giró, y la vio.

Una mujer. Su imagen proyectaba una presencia poderosa y enigmática. Llevaba un abrigo largo de cuero marrón, una camisa roja intensa y guantes negros, lo que reforzaba una estética de elegancia con tintes oscuros. Su cabello rubio, suelto y perfectamente peinado, contrastaba con el ambiente lluvioso y nocturno de la ciudad. Tenía una expresión seria, decidida, tal vez incluso desafiante, lo que sugería que no era una simple transeúnte.

Díaz se acercó a uno de los agentes y preguntó por ella. Estaba seguro de que, de alguna manera, estaba implicada.

—Eh, compañero, ¿sabes quién es? —dijo, señalándola con un gesto.

—Es la nueva —contestó sin dejar de escribir en su libreta.

—¿La nueva? Eh, eh, compañero, ¿la nueva qué…?

—La nueva comisaria… Díaz, que no te enteras de nada —dijo, subiendo a la patrulla.

By Katy Núñez. 

💬 Ser escritora indie en 2025

 

Ser escritora indie es un acto de resistencia.

Es corregir con lupa durante meses, improvisar portadas, crear campañas de promoción y aprender —a veces a la fuerza— lo que jamás imaginaste hacer:

hablar de algoritmos, pelearte con la maquetación de Kindle Create, rezar para que KDP no te rechace el archivo…

y volver a escribir, como si nada.

Es vivir con una pestaña abierta en Canva, otra en Amazon y otra en ese capítulo que aún no tienes del todo, pero que sabes que te va a romper cuando lo termines.

 

Es mirar las ventas y decir “bueno”,

esperar leer una reseña para sonreír,

recibir el mensaje soñado:

“Me quedé pensando en Zolarix”

o

“Lloré desconsolada con la escena de Zeldriz en la llanura”,

y sentir que todo —todo— ha valido la pena.

 

Porque para una escritora indie no hay editorial,

pero siempre hay una historia.

No hay anticipo,

pero hay amor por lo que se crea.

Y hay lectores, aunque lleguen de uno en uno.

Ser escritora es escribir desde la cocina, desde el dormitorio,

sentada o de pie porque la espalda te mata,

y aun así continuar hasta la madrugada,

desde un portátil que, tras 16 o 18 horas,

te muestra un aviso de batería baja.

Y seguir adelante,

aunque no haya red,

aunque no haya plan,

aunque a veces no haya ganas.

Porque esto también es literatura.

Y porque tú estás del otro lado.

Gracias por leer.

—Katy Núñez.

💬 Si ya has leído mi novela y te ha emocionado alguna escena, un personaje, una frase…

🪶 Dejar una reseña en Amazon es una forma poderosa de apoyar a una escritora indie. Tu voz puede abrirle el camino a otros lectores.

📚 Enlace directo a Ázdeli Lidot en Amazon

🌿 Gracias por leer. Gracias por estar.

 

🌿 Cálidos e irónicos II — Día en la playa

—¿Qué estás leyendo en la playa?

—Un drama con traiciones, secretos, tormentas…

—¡Uy! ¿Una novela?

—No. El grupo de WhatsApp de mi familia.

😂😂😂

—¿Te gusta leer en la playa?

—Me encanta. Arena en el culo, sal en los labios y drama en el capítulo.

😂😂😂

Llevo más marcas de sol que de página.

Pero la novela va por la mitad.

Y yo, por la tercera piña colada.

😂😂😂

¿Te apetece seguir leyendo?

¿Te ha picado la curiosidad?

Pues hala, búscate el enlace en Twitter como toda persona decente.

By — Dicati, pero con zapatillas.

😏 🤔😌

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Sobre mi — I ¿Cuándo empezó todo?

Desde entonces, escribir ha sido mi forma de entender el mundo y de trasformarlo.

Katy Núñez.

Confesiones de una autora — En la pizarra de corcho

Yo no inventé un mundo. Lo fui colgando, poquito a poco, en las paredes de mi cuarto. Cada papel, cada trazo, era una forma de entenderlo. Ázdeli no nació de escribir… nació de mirar, de ordenar el caos. Y de quedarme a vivir allí.



Ázdeli Lidot no es una novela mainstream, ni lo será, y eso no es un defecto.
Mi historia habla de redención, sacrificio, vínculos sagrados y traición mágica.

Gracias por llegar hasta aquí. Arriba tienes el enlace para leer Ázdeli Lidot: Las Ocho Casas de Hósiuz 📚Te va a gustar.

El enlace está en Twitter. Solo tienes que hacer clic.

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La portada que casi fue — y las trece que no

No es la portada oficial de Ázdeli Lidot: Las Ocho Casas de Hósiuz…

🧵✨ Pero si las profecías se bordaran a mano, tal vez esta habría sido la elegida.

—¿Cuántas portadas necesita Cata para decidir la definitiva?

—Una…

…pero primero tiene que ver catorce versiones en verde, once lilas, cinco sin unicornio, dos con reflejos dorados, una con marco cambiado, y una última que diga:

«Vale… pero el lomo no me convence». ✨

😏 ¿Otro…?

Vale, vale… ahí va uno con cariño, 100% Cata style:

—¿Sabes por qué Cata no puede tener plantas en su escritorio?

—Porque hasta el poto se estresa de verla corregir con tanta intensidad.

¡Lo vio corrigiendo un adverbio y se le cayó una hoja del susto! (Y el ficus, ni te cuento… ya ha mandado su currículum a otra novela por si hay menos drama).

By —Dicati, pero con zapatillas


🌱✂️📚

🌿 Cálidos e irónicos I — Hoy no corrijo

Sigo siendo yo, pero aquí me relajo.

–“La tilde en ‘sí’ fue lo único que me escuchó hoy.”

😂😂😂

–“Empecé corrigiendo una coma y terminé reescribiendo mi infancia.”

😂😂😂

–“Editorial: ‘Queremos algo distinto’. Yo: Les mandé una novela. Editorial: ‘Nos referíamos a distinto, pero dentro de lo de siempre.’”

😂😂😂

By —Dicati, pero con zapatillas.

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