Mes: junio 2023 (Página 2 de 5)

Cuando el rojo no dibuja un corazón

—El primer día de trabajo de Ana estuvo lleno de torpeza y desconcierto, pero como todo lo que comienza termina… Pág. 2

—El primer día de trabajo de Ana estuvo lleno de torpeza y desconcierto, pero como todo lo que comienza termina… o eso pensaría la pobre aquel día en que los planetas se alinearon en su contra, y aun cuando vio entrar a Aitor y colocarse el pequeño delantal negro de camarero. No halló más que el desánimo en la mirada de este.

 Siete meses y tres días después —añadió la señora Alonso, dispuesta a narrar la historia…

Hoy no tienes buena cara, Ana —le comentó Bea cuando se cruzaron por el pasillo aún en pijama.

—¡Me lo dices o me lo cuentas! Estoy hasta las narices de este trabajo, y mejor no hablar de nuestro compañero, el “fatigas”. 

—¡Ay, otra vez has tenido problemas con Aitor! ¡Cuenta…, cuenta!

—No sé, Bea, cuando estoy a su lado me siento como la reina del baile —dijo encendiendo la luz de la cocina, mientras Bea sacaba un par de tazas del mueble—. ¿No queda nada de leche? 

—¡No, no queda! Deberíamos cuadrar los turnos para hacer la compra de la semana —dijo Ana cogiendo el móvil para mirar el cuadrante—. La nevera está casi vacía. Tengo libre el miércoles y el jueves por la mañana, y tú entras a las doce el jueves. ¿El jueves entonces? —preguntó Ana cerrando la aplicación.

——Dame un instante —dijo Bea mirando la simpática pizarra de anime donde anotaban las tareas pendientes—. Hecho —añadió, devolviendo el rotulador magnético junto al resto—, lo cierto es que al ser una más en el piso, la compra no ha llegado. Esta semana pagaremos entre las tres… Pero no me dejes en ascuas, dime qué te ha hecho esta vez Aitor —preguntó Bea con curiosidad, mientras habría el microondas rojo de estilo vintage. 

—Lo de siempre, el problema es que no aprendo —confesó sacando de su mochila un par de bocadillos—. Sobraron, y tu jefe me dijo: «No los dejes ahí, tíralos o llévatelos a casa». No es adorable, el viejo Ramón, es todo fachada —aseguró Ana esforzándose por distraerse de manera eficiente y fluida.

Ana, por favor… podemos hablar de Aitor

—¿Qué te digo? En realidad, no es una cosa concreta, ¡o puede que sean todas! Me vuelve loca, ¡sabes…!

 Lo mismo me trata mal, que al segundo, me coge por la cintura al cruzarnos en el almacén… o lo descubro mirándome durante el descanso, o guardándome la silla para que me siente a su lado.

—No sé qué decirte Ana, por lo que me cuentas no parece que le seas indiferente, sin embargo, Daniel me llamó anoche y me preguntó si me apetecía una copa antes de recogerme, así que fuimos al chiringuito y cuando nos íbamos Aitor entraba con nuestra compañera de piso, por cierto… —No tengo idea de qué se cree esa niña, con esos aires que se otorga— no se daría tantos aires si supiera que su mote es la indigna.

—No la soporto, ahora viene todas las tardes y se queda mirándolo mientras llena la barra de babas hasta que él termina su turno. 

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Continuará. 

Katy Núñez

 

 



#ElrinconDeCata

Tic Tac… En su mente, la cuenta atrás había terminado con una estruendosa onomatopeya. La inspectora se sintió aún más pequeña cuando otra puerta se cerró tras ella. Necesitaba entrar en el depósito de cadáveres, pero era consciente de que sería aterrador.

Tic Tac… En su mente, la cuenta atrás había terminado con una estruendosa onomatopeya. La inspectora se sintió aún más pequeña cuando otra puerta se cerró tras ella. Necesitaba entrar en el depósito de cadáveres, pero era consciente de que sería aterrador.

—No hagas eso —le dijo el comisario masticando cada sílaba con fastidio, “mientras ella, acobardada, se mordía el labio inferior.” 


Pero lo cierto es que Diego estaba inquieto porque la inspectora no era la misma, desde que, finalmente, quedaron para hablar. 

El encuentro duró hasta que llegaron sus hermanas y amigos, después todo fue ¡presentación del nuevo, tomar cañas y aparentar!

Sin embargo, las oraciones que Nina formó y dejó salir sin pudor de su boca antes de que llegaran le habían dejado ver que, de algún modo, ella tenía razón cuando le dijo que “no debía confraternizar, como referencia punzante de una serie policial”.

No era así como Diego se había imaginado ese encuentro, y aunque en muchas ocasiones, le había llamado la atención por sus faltas de respeto, tras una semana de silencios incómodos, sentía una profunda nostalgia por palabras como «novato o Antonio».

 

—Terminarás por hacerte daño, si sigues haciendo eso —repitió él abriendo la última puerta, y dónde el comisario solo veía un pasillo de azulejos verdes con una puerta roja al final. Nina observaba que cuando conoció a María estaba muerta, y recordó cómo se estremeció cuando el forense le trasladó su opinión de que los cortes de piernas y brazos, se debían a que la víctima adaptó la postura fetal en un intento de proteger a su hijo no nacido.


—¿Te encuentras bien? — dijo Diego al ver que se había pellizcado los dedos con tanta fuerza que le sangraba el anular—. No tienes que entrar, yo lo haré, tú quédate tras el cristal y espera, no sé cuánto tardaré —dijo Diego cuando empujó la puerta basculante, y tropezó con Andrea, al que trasladó un saludo tirante, luego se acercó al cuerpo y preguntó: “¿Alguna novedad?”.

 Entonces el forense negó con la cabeza y dijo—. Ese psicópata es como un animal que las deja embarazadas y después las mata para llevarse a sus hijos.

—Suena a broma macabra, pero envía lo necesario a Madrid para ver si has dado en el clavo —le dijo Diego al forense cubriendo el cuerpo cuando la inspectora entró de repente.

—Espera, Diego, tengo que verla —asumió sin apenas voz caminando hacia ella.

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Continuará.

Katy Núñez.

 

 

 

Madison II

¡Ves cómo eres muy lista!, y sobre el favor… —la sorprendió levantándose—. Ven conmigo al dormitorio y allí te explico lo de los favores.

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Pero exactamente de cuántos favores hablamos de uno, de dos, de… tres? —bromeaba ella…. Pág. 2

 

 

—¿Pero exactamente de cuántos favores hablamos de uno, de dos, de… tres? —bromeaba ella.

             —¡De los que quieras —le dijo él, cogiéndola en brazos y llevándola al dormitorio, mientras le susurraba cosas muy divertidas al oído, hasta que ella le dio un golpe en el hombro—! ¡Vale, eso no! —le dijo, cerrando la puerta.

Dos horas después, con varios favores concedidos, “algunos de ellos muy creativos”, permanecían desnudos, relajados, acariciando sus cuerpos, mientras hablaban, entre otras cosas, sobre seguir adelante con los planes de la cena.

Madison se levantó tarde a la mañana siguiente. 

— Me encantan los sábados— le dijo Richard al sentir el roce de su piel—. ¡No vallas! 

—Sabes que te quiero, mi amor, pero debo llamar a las chicas y la cena es esta noche —le respondió Madison besándole en la comisura de los labios. Luego, cogió su móvil y se fue al salón para llamarlas.

Empezó por Victoria. — Buenos días, o buenas tardes, según sea el caso.

—¡Guau!, que contenta estas como se nota que estas… “Bien atendida”.  Igual te gustaría expresar tu satisfacción con la calidad del servicio.

— Ya sabes, este ático dispone de todo lo que una pueda necesitar y ¡más! —añadió Madison, mientras ambas se reían…—. Bueno, bueno al grano… La cena se celebrará aquí en casa de Richard, sé que te aviso con poco tiempo, pero me gustaría que fuera esta noche.

 —Bueno, si compartes el postre,  yo acepto.

— ¡Ja! Ya sabes que haría cualquier cosa por ti, pero el postre “es solo para mí”.

Richard sonreía al escuchar la forma tan peculiar que tenían de tratarse. No obstante, sabía que había cometido un error significativo, “la carta que escribió para la madre de Madison”. Estaba convencido de que le iba a dar problemas. Ella no lo comprendería y eso era una pesada mochila con la que él debía cargar. Sacudió la cabeza intentando liberarla de los pensamientos negativos. No le llevaban a ningún sitio y estaba más interesado en prestar atención a la charla que mantenían las amigas.

—No, te repito que no, si quieres postre tendrás que traerlo tú mismo “bonita”. Nunca me ha gustado compartir —escuchó Richard —mientras, ambas se reían maliciosamente hasta que, finalmente, Victoria tuvo que ceder en su intento de burla.

Pág. 2 Continuará.

Katy Núñez.

 

 

 

 

 

 

 

#ElrinconDeCata

  —La inspectora más guapa y más inteligente de Cádiz —dijo Reyes; un cuarentón de la “secreta”, al que apodaban Chino—. ¿Cuándo regresas?, te echamos de menos en comisaría. ¡Vaya, qué bien acompañada vienes! Así que, ahora te relacionas con la realeza. No “si es que siempre ha habido ricos y pobres”.

—Déjate de  «me dijo, me dijo» Reyes… ¿Qué sabes de lo nuestro?

—No te puedo decir nada. Si se filtra, Andrea es capaz de suspenderme de empleo y sueldo a mí también; así que, mejor, hablamos de otra cosa. Bueno, vamos allá… ¡Eso no lo veo, eh! —dijo señalando el coche—. La patrulla no se puede quedar ahí. Nina, dile al —sobrinísimo— que aparque en el puerto.

 —Antonio, póngase en contacto con los compañeros de aduana y dígales que tenemos unos asuntos aquí, que no tardaremos mucho.

—Venga, deme cinco minutos —aseguró saludando al “chino” —me alegra volver a verlo inspector Reyes.

— De esto a tu tío, “chitón” está claro, novato.

— ¡Gloria! —contestó Antonio, afirmando y subiendo al vehículo.

Mientras esperaban, Reyes sacó su teléfono móvil y le envió varias capturas a Nina que las habría y cerraba, hasta que amplió el Zoom en una de ellas—. ¿No comprendo por qué no lo vimos? —dijo Nina—. Esto supone un cambio radical.

—¡Venga, inspectora! No cambia nada, ¿o no sabes cómo van las cosas? Creo que es mejor dejarlo por ahora. Si el comisario se entera de que sigues en las mismas, vas a tener problemas. Y ahora,  vamos a lo que vamos… Hablé con la madre del tatuador y su hijo está semana está de vacaciones. El tipo está en Tarifa. Al parecer le gusta el surf  —dijo escondiendo los dedos del centro de la mano y mostrando el pulgar y el meñique—. Luego he pasado por el salón donde trabaja, y allí solo estaba una ‘pava’ tatuando, que después de mirar su agenda me ha dicho que regresa el lunes. De modo que, sin problemas.

—¡Problemas! Me interesa, ¿de qué se trata? — dijo Antonio, sorprendiendo a ambos.

— Ah, pero la inspectora no te ha contado nada de sus comienzos. Oye, te lo cuento de primera mano, vamos tirando hacia la Plaza de las Flores; tú me invitas a dos cañas y un cucurucho de cazón y yo te lo cuento.

—Eso está hecho —dijo Antonio sonriendo mientras miraba a Nina, esperando una respuesta, pero no la hubo. Ella conocía a Reyes y sabía que iba a terminar contando una vez más “la historia”. 

—Bien —suspiro Nina— Ya estamos aquí, quiero una caña, acedías y huevas; pagas tú, ¿no? —dijo mirando al novato.

—Bueno, yo iba a invitarlo a él, pero si hay que invitar, pues se invita.

—¡Pues sí, hay que invitar! Que la fiesta es a mi costa —añadió Nina molesta—. Ve pidiendo, tengo que ir al baño —dijo tocándose el costado.

—Pues para mí, cazón en adobo y una caña para refrescar la garganta al loro; siéntate Antonio, que te voy a contar “una de terror”.

—¡Buenas tardes! ¿Qué pongo por aquí? —preguntó el camarero.



Pág. 5

Continuar.

Katy Núñez.

 

 

Hoy recomiendo 🥸👀

«Hoy recomiendo» comienza su trayectoria con entusiasmo hablando de una revista. La Morada.

 “Necesito un instante para respirar profundamente”.

 Esta revista variopinta cambia vidas y tengo la certeza de que el propósito de su texto son todos ustedes.

Anécdota:

Al subir la fotografía de la revista en el grupo de WhatsApp, todos reaccionamos de la misma manera. Nos gustó mucho; recuerdo que cuando la vi estaba de rodillas apoyando los brazos sobre la cama. No me preguntéis ¿por qué?, no lo recuerdo. ¡Supongo que me dolería mucho la espalda, y estaría haciendo estiramientos!

Bueno, que me desvío del tema. La cuestión es que con solo ver la imagen, sentí, que podría escribir un cuento.

Y así lo comenté por el grupo. 

 Adelante, para las revista de julio, recibí, yo había escrito lo mismo, y saltaron a un tiempo.

Se enviaron carcajadas, caritas, y más risas; en fin, no solo son buenos escritores, también son buenos compañeros y hoy en día eso no abunda… Y sobre la revista, no podéis perderos nada, mis páginas preferidas son las de La palabra mágica. Su belleza radica en cómo la sentimos cada uno, y en cómo lo contamos en la sección.  

Ahora os dejo que me he puesto muy nostálgica. 

Que la disfrutéis, “de corazón, merece la pena”.

Katy Núñez.

En primera persona 💔

Me escondí tras el muro. Estaba muy oscuro, pero desde allí podía ver las luces de tres sirenas, los otros dos eran secretas.

Me escondí tras el muro. Estaba muy oscuro, pero desde allí podía ver las luces de tres sirenas, los otros dos eran secretas.

Wow, cinco coches de policía, para cuatro chavales, escribí en el grupo…, y dos son de la secreta, añadí.

De repente una de las patrullas cambió de dirección y se dirigió hacia mí. Sin duda había llegado el momento de marcharse. Comencé a caminar, mi casa no quedaba lejos… 

Pero, ¿era demasiado tarde? ¡Me estaban siguiendo, “o tal vez solo iban en la misma dirección”! Esa idea quedo hecha trizas cuando me dieron el alto; sin embargo. No paré. Después de lo que les había visto hacer durante la detención sabía que no era buena idea.

Hasta que me asusté y todo se descontroló. Solo podía pensar en mi madre y en cómo se lo iba a explicar… No podía darle otro disgusto después de no haber aprobado los finales, mis notas daban pena. ¿Y ahora qué…? ¡¿Recogerme en comisaría?! Me castigaría de por vida. “Adiós a la fiesta de fin de curso, y hola a las clases particulares”.

 Sin embargo, primero tenían que cogerme.

 Los tuve corriendo unos dos kilómetros, sabía que no debía parar hasta conseguir la protección de una farola. Una vez allí me hinqué de rodillas, me quité la gorra y la lancé a lo lejos.

Arma, gritó uno de ellos.

Mientras yo repetía, ¡soy menor! ¡Soy menor!

Del primer puñetazo caí al suelo, mi cuerpo paso a ser una bolsa de basura que se pasaban de uno a otro mientras me golpeaban, pero lo peor eran las continuas patadas en la cabeza. “Todavía me duele cuando lo recuerdo” nunca había experimentado un dolor similar, estaba mareado e indefenso, hasta que uno de la secreta se bajó del coche.

Lo único que recuerdo de él son sus botas militares, porque puso una a cada lado de mi cabeza.

—Ya, ya… ¡Lo vais a matar!

Katy Núñez.

 

 

ÁzdeliLidot Pág. 4

Como era de esperar, el señor Fixex no quedó satisfecho con lo ocurrido. No obstante…. Pág. 4

Como era de esperar, el señor Fixex no quedó satisfecho con lo ocurrido. No obstante, la entrega de los permisos le obligaba a seguir y, aún frustrado, siguió mencionando a:

—Madex, al cobre…, en el bazar de abalorios y calderos, tendrá como vecino a Toreg. Espero de ambos un trato correcto.

En caldos y asados, Teráx Thelíer —afirmó, acercándose a él para murmurarle un segundo objetivo al oído—. ¿Lo tiene claro?

—¡Sí, señor Fixex! «Vigilar e informar», respondió el fornido duende. 

Poco después, el maestre recuperaba su tono habitual:        

—Zirax, a la cetrería.

Para el bazar de las Bodegas de Hósiuz, se incorporará una segunda empresa, Todex, se hará cargo del almacén.

¡Y, por último, Mirox! Hoy la suerte está de tu lado, te espera un destino dulce pequeño duende, irás a la pastelería; con Nelix como vecino.

Mirox y Nelix, gritaron de emoción, provocando una de las miradas de reproche propias del duende maestre, que ya tenía preparados los permisos de la siguiente foresta y comenzaba a leerlos:

—¡Elfos Mariposa de la casa de Tanzanita! ¿Solo tres? —murmuró al recordar lo indignado que se sintió al enterarse, y frunció el ceño al ver que la selección no podía ser peor… Pues esperando turno se encontraban Horhy, Cuorhy y su abuelo Deorhy, encargado este último de la contabilidad, por la limitación impuesta por su enfermedad de huesos.

El señor Fixex dirigió su mirada hacia aquellos diminutos seres alados, que con apenas quince pulgadas de altura, perillas de doble punta y cuerpos musculosos, se ocuparían del bazar de antigüedades y fósiles. ¡La mayor parte de los objetos y enseres que se vendiesen los superaría por mucho en tamaño! Porque ni en el mejor de los casos, un elfo mariposa llegaba a las dieciocho pulgadas de altura. Bien era cierto que poseían el don del cambio.

… Al igual que las ninfas, que en promedio no superaban las seis pulgadas, sin embargo, eran entrenadas a diario, provocando la variación de altura mediante una ampolla de “dulce Ananassa”. El único ingrediente conocido de la peligrosa pócima. Solo igualada por el ¡arco de Turmá!, prohibido por su alta mortalidad tras la firma del tratado.

A las ninfas se las consideraban guerreras cuando terminaban su formación, que concluía con una ceremonia ancestral en la que mostraban sus barbillas pintadas de blanco, lo que indicaba al reino que estaban preparadas para dominar sus poderosas alas. ¡De apariencia liviana, pero fuertes y extraordinarias armas de filo tras el cambio! ¡Por ello, dependiendo de la zona, se las conocía, como espadas, o Swords!

… En ambos casos, y tras el despertar del don, podían aumentar su tamaño hasta en sesenta pulgadas. Sin embargo, ese poderoso recurso solo estaba disponible en tres contextos muy específicos:

 Ser nombrado para unirse a la Piedra.

 Ser llamado por la profetizada, “lo que desde la muerte de Dikaz no parecía posible”.

 O, ante una amenaza… ¡Y estaba claro que llevar un bazar no lo era!

 Los elfos mariposa atesoraban otros dones. Eran luchadores incansables y caminantes de agua. De estos disfrutaban con independencia de su tamaño. 

No obstante, ninguno de ellos les sería de utilidad para llevar el bazar. Y como era de esperar, el maestre se mostró en desacuerdo…

—¡Pedí que fueran al menos seis! ¡Bah…! ¡Estos del consejo deberían prestar más atención! —afirmó, pensando en añadirlo a la misiva para dejar constancia de ello. Pero aún le quedaba mucho por hacer y, por ello, decidió que su enfado no adoptara un tono drástico… Así que les otorgó los permisos y decidió proseguir:

—Zahoríes de la casa Ónix. ¡Uno! Bueno, en este caso uno es más que suficiente, ¡y el nombre del elegido es…! ¡Ah, sí! Lidot, Lidot irá a Velapoción. En el bazar de la magia. 

No obstante, no fue hasta que lo pronunció cuando el señor Fixex recordó parte de la conversación que mantuvo el penúltimo día de Piscis con el zahorí mayor de la Casa Ónix. El señor Dovári le contó orgulloso sobre esta misma joven, a quien había tomado recientemente como pupila:

«Algo inusual, os lo aseguro… Como es sabido, solo las elfas y los elfos reales tienen la capacidad de usarlo con facilidad. No obstante, la joven Azdeli Lidot tiene dominio sobre los elementos. Es de lo mejor que he visto en años. Sin embargo, ese poder sin supervisión representándonos, me preocupa. Pero la joven es buena; no como Blazeri me entiende… Lidot es buena no solo en términos de talento, sino también en carácter. Su entrega es admirable y se corresponde con su buen proceder. ¡Por ello, accedo! Naturalmente, no podría privarle de esa oportunidad. Sin embargo, la observaré con cautela».

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Continuará.

Katy Núñez.

 

 

En primera persona 💔

Me detuve frente a él. Lo miré a los ojos como tantas otras veces; y como en tantas otras ocasiones, me pregunté, ¿por qué me había enamorado de él?

Me detuve frente a él. Lo miré a los ojos como tantas otras veces; y como en tantas otras ocasiones, me pregunté, ¿por qué me había enamorado de él?

Entonces me miró, y en su gesto no había reproches, ni preguntas. Estaba de buen humor. 

—¿Qué te pongo? —me preguntó.

—Un zumo de tomate —contesté.

Entonces, como tantas otras veces, la cantó.

Reconozco que tardé mucho en comprender que me la cantaba a mí, pero terminó cumpliendo una pauta, siempre cantaba los mismos párrafos, de la misma canción de “Fito & Fitipaldis”.

“Sabes que soñaré
Si no estás, que me despierto contigo
Sabes que quiero más
No sé vivir solo con cinco sentidos
Este mar cada vez guarda más barcos hundidos

Tú eres aire, yo papel
Donde vayas yo me iré
Si me quedo a oscuras
Luz de la locura ven y alúmbrame

Alguien dijo alguna vez
“Por la boca vive el pez”
Y yo lo estoy diciendo
Te lo estoy diciendo otra vez”.

—No hagas eso, por favor —le susurré.

“Nunca olvidaré mi dolor, porque lo amé… ¡Dios mío, cuánto lo amé!, y aunque no sirva de nada, esta noche quiero emborracharme con cada palabra que me susurró, y con todas las lágrima que derramé por él”.

“Luz de la locura, ven y alúmbrame”.

Katy Núñez.

 

 

 

 

 

 

 

 

Cuaderno de 📓

Miguel había cambiado…

Miguel había cambiado. ¿Dónde estaba aquel niño que jugaba con camiones? El que quería comérsela a besos. ¡A eso se referían cuando le hablaban de la adolescencia! ¿Qué clase de música era aquella de rima y jerga apocalíptica, acompasada, con luces de iridiscencia que la volvían loca? Sonia estaba triste.

Katy Núñez

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