Se aproximó al prado llena de inquietudes; de alguna manera sabía que no debía hacerlo. Aunque dio un paso más. El invisible aerógeno se encontraba en una temperatura constante y alta, lo que le provocó una sensación de desnudez y relación. Reaccionó retrocediendo. En sus sueños el horizonte era cristalino y el frío inesperado un agradable calor. Se mostró emocionada y plena de emoción se prometió a sí misma que no lo volvería a intentar… El prado la aguardó durante muchos años, ella no volvió nunca, el calor que recorrió su cuerpo desvanecido su corazón y nubló para siempre su alma.

Katy Núñez