El objetivo del destino fue establecer una noche adicional entre ambos tras un período de seis años. El mismo bar de copas, entre clientes, compañeros y supuestos amigos; se acercó, parecía estar bebido, entonces tomó un trago y la miró durante un momento, cogió su mano y la sacó a bailar.

Sin embargo, ella se sentía incómoda ante todas aquellas miradas inquisitorias y lenguas afiladas; él estaba muy bebido para tenerlas presentes cuando la estrechó contra su cuerpo, mientras ella le insistía en que no le gustaba bailar.
Él inclinó la cabeza y se perdió en su cabello, hundiendo su rostro embriagado por el olor a mango, descontrolado, anhelaba la tranquilidad de los labios en secreto, mientras la miraba a los ojos, para regresar a su cabello, repitiendo, una y otra vez la pauta para romperla al estrecharla con fuerza contra su cuerpo. Aguardando una reacción de complicidad, de amor, que ella no podía permitir, si no deseaba que él tuviera problemas. Al final de la canción se sintió aliviada, ¡había mantenido el tipo gracias a su supuesta indiferencia! Afortunadamente, aquel momento tan singular para ambos no sería suficiente como combustible para que nadie les ocasionara ningún tipo de perjuicio. Luego, caminó hacia la barra, sonriendo, restándole importancia al hecho de que él acariciaba su espalda mientras la acompañaba hasta la barra. No obstante, su insistencia, al subir y bajar su mano por la espalda, la ponía nerviosa. 

El suave matiz de su blusa negra le permitía percibir el tacto de su ropa interior en las yemas de sus dedos, parecía como si de alguna manera le agradara. A continuación, bajo su mano hasta la cintura, dibujando una parte de la cadera, en ese momento, ella se asustó; a pesar de su embriaguez, él pudo notar cómo ella temblaba…

Aquel día, él desapareció un tiempo, dejando como era su habitual la nostalgia sobre el tapete, que junto con medias disculpas y el título, “no recuerdo nada” eran sus muletas, que reforzaba siempre que tenía la oportunidad, con una frase llena de rabia… Yo no seduje a nadie, y menos a gente que no me interesa.

By Katy Núñez